Pocos futbolistas en el mundo pueden jactarse de tener un buen registro histórico ante la selección brasileña. Y el uruguayo Sebastián Abreu, a los 32 años, es uno de ellos. El goleador de la Real Sociedad española ha enfrentado a los pentacampeones en dos oportunidades y, llamativamente, les ha marcado tres tantos, uno de ellos emulando a la definición de Zinedine Zidane en el penal de la final de la Copa Mundial de la FIFA Alemania 2006.

A días de una nueva edición del clásico sudamericano entre uruguayos y brasileños, el espigado delantero dialogó con FIFA.com acerca de su particular racha, los duelos históricos entre ambos equipos y el aspecto psicológico que prevalece cada vez que la Celeste sale a enfrentar a los reyes del fútbol mundial.

Señor Abreu, regresó al fútbol español a los 32 años y parece sentarle de maravillas. ¿Es así realmente?
En lo personal, el análisis es muy positivo. He anotado 10 goles en 17 partidos, lo que representa un buen promedio. Hay que tener en cuenta que llegué a un fútbol muy competitivo y con poco tiempo de adaptación. Estoy feliz: el entorno social y económico es bueno y la gente muy cálida. He tomado la decisión correcta.

¿Y con la selección uruguaya? ¿Qué balance hace del momento del equipo?
Estamos bien, y es la consecuencia de un proyecto serio y con continuidad como el que encabeza el Maestro (Oscar) Tabárez. Está dando sus frutos: las selecciones sub-17 y sub-20 se clasificaron a los respectivos mundiales en este año, algo que no sucede tan a menudo. Y nosotros seguimos el mismo camino con buen juego, equilibrio y recambio. Recibimos buenas críticas y ahora apostamos a escaparle a la repesca.

Ya han afrontado la repesca en las últimas dos eliminatorias, mismo puesto que ocupan actualmente. ¿Se siente más cerca o más lejos de la fase final de la Copa Mundial?
Estamos más cerca que en eliminatorias anteriores, aunque la tabla diga lo contrario. Por lo que expliqué anteriormente, el equipo está firme y con posibilidades. Eso sí, no tenemos lugar para equivocaciones. Sabemos que si ganamos cada partido, lo peor que puede pasarnos es mantenernos en la posición de repesca. Por eso hay que jugar con mentalidad ganadora cada final.

El 6 de junio enfrentarán a Brasil, nada más ni nada menos...
Si vemos la estadística, Uruguay siempre se prepara de manera excelente para este partido. A lo largo de la historia, hemos enfrentado a Brasil al tope de nuestra capacidad psicológica. Eso es clave a la hora de jugar al fútbol. Si se fijan en el último partido jugado en el Morumbí, pese a la derrota (1-2), todos opinaron que nunca habían visto a un seleccionado uruguayo jugar así en Brasil. En la Copa América de 2007 también demostramos amor propio y levantamos dos resultados adversos para igualar 2-2. Si mantenemos esos conceptos firmes, en algún momento venceremos.

¿Cómo se explica esa suba en el rendimiento de Uruguay cuando enfrenta a Brasil?
Viene de nuestros ancestros, que defendieron la camiseta celeste con hombría y orgullo. Los brasileños son más técnicos, pero el temperamento y el amor propio también juegan, ¿eh?. He visto videos de antiguos equipos uruguayos que nunca bajaban los brazos, y nosotros mamamos eso. Nos transmitieron ese orgullo. El uruguayo en ese aspecto es como el argentino, aunque nosotros tenemos menos marketing...

A usted le ha ido particularmente bien con los brasileños...
Sí, jugué en dos oportunidades y marqué tres veces. Hice el primer gol en el Morumbí, empaté la semifinal de la Copa América y después marqué el penal en la definición. Pero no es que me motive de forma diferente. A mí me ilusiona la posibilidad de ponerme la Celeste, el resto es yapa.

Acaba de mencionar aquel partido en la Copa América, en el que se lo vio llorar en el festejo de su gol. ¿Por qué tanta emoción?
Me arrodillé y no pude contener las lágrimas porque me vino toda la película de mi niñez a la cabeza. Cuando jugaba en el campito con mis amigos, siempre relataba y hacía como que le metía un gol a Brasil. Fue muy fuerte recordar todo eso en ese momento.

¿O sea que puede repetirse algo así?
No lo sé. Lo más importante, en caso de anotar, será festejarlo con todo el grupo. Los suplentes, el cuerpo técnico, los auxiliares, todos... Así entiendo el fútbol ahora que estoy maduro, aunque en Venezuela aquella noche me ganó la emoción.

¿Y la definición en el penal? ¿Cuándo tomó la decisión de picar el balón?
No es algo que se prepare previamente, sino que se elige en el momento. Uno tiene que analizar el momento psicológico del portero y del partido. No es lo mismo hacerlo a los 10 minutos de juego que en una definición. De todos modos, la adrenalina está en patear y ver que el balón va a la red, independientemente de la forma en que se haya ejecutado.

Algunos opinan que Brasil juega las eliminatorias a media máquina. ¿Coincide con esa afirmación?
No creo que sea así. Hoy sienten que tienen que dar un plus para mantenerse entre los primeros lugares. ¡Si hasta su entrenador ha recibido críticas! Me remito a lo que pasó en la ida que jugamos en el Morumbí: jugando así contra ellos ganaremos nueve de cada diez partidos. Y ese ya lo perdimos.

¿Ganar los 3 puntos implicarían un momento bisagra desde lo anímico?
Seguro, representaría vencer a un rival fuerte y directo, conseguir tres puntos que muchos creen que no vamos a sumar. Pero después, si no damos un batacazo en Venezuela, no habrá servido de nada.

Diego Lugano, su capitán, supo ser referente del Sao Paulo. ¿Cuánto influirá su ausencia por suspensión?
Cada jugador tiene lo suyo. En este caso hablamos de nuestro capitán y un hombre respetado por los brasileños. Pero tenemos futbolistas capaces de entrar y disimular esas ausencias. Por ejemplo, nuestro jugador diferente es Diego Forlán. Y cuando él no estuvo, igual pudimos reemplazarlo. Esperemos que sea la misma situación.

En una entrevista anterior, nos confesó que si pudiera elegir un equipo histórico de Uruguay para integrar sería el del Maracanazo de 1950. ¿Lo mantiene?
¡Claro! Por cómo se dio todo, hubiera sido hermoso vivir esa experiencia. Ir perdiendo 1-0 ante 200 mil brasileños, sabiendo que el empate los coronaba a ellos... esos monstruos le pusieron el pecho a las balas y lo dieron vuelta. Creo que nunca volverá a repetirse algo así. Si tuviera la máquina del tiempo, al menos como aficionado, iría a presenciar ese partido. Gracias a ellos, Uruguay es lo que es.